
El muy raro, pequeño, escaso y extremadamente difícil de ver treparriscos (Tichodroma muraria) ha sido elegido Ave del Año 2025, relevando en el pódium al igualmente extraño avetoro común del palmarés de 2024. La votación, organiza por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife) lo ha elegido tras lograr 2.537 votos (36,81%), quedando el ruiseñor pechiazul en segundo lugar, con 2.334 votos (33,86%), seguido por el gorrión alpino con 2.022 votos (29,33 %).
La enigmática especie ganadora es insectívora, está muy ligada a las montañas pero resulta muy complicada de observar pues vive en altos paredones entre los 2.200 y los 3.000 metros de altitud. Eso sí, cuando por fin la ves es inconfundible con sus anchas y vistosas alas de color carmín que mueve en un vuelo errático, como el de las mariposas.
Especie escasa y amenazada
El treparriscos, que se distribuye por zonas de montaña de Eurasia, tiene en España el área más occidental de su distribución. Dado que su hábitat es bastante poco accesible y la especie resulta difícil de detectar, son muchas las incógnitas sobre su estado de conservación, por lo que no se dispone de información precisa sobre el tamaño poblacional de esta especie ni de su tendencia.
En España, la población está muy fragmentada, encontrándose sus principales áreas de reproducción en dos subpoblaciones aisladas, en la cordillera Cantábrica y en Pirineos, comenzando su periodo reproductor a mediados de mayo o principios de junio. Según se recoge en el III Atlas de las Aves Reproductoras de España, esta especie está especializada para vivir en un hábitat muy determinado y la densidad estimada en su hábitat es muy baja, por lo que la población ibérica tiene que ser necesariamente poco numerosa.
En 2012 se estimaron un mínimo de 65 territorios de treparriscos en el Pirineo catalán; y en 2015 se confirmaron entre 595 y 704 territorios en el Pirineo aragonés. Para la cordillera Cantábrica la información es incompleta, pero podrían estimarse entre 50 y 100 territorios. Para toda España, el número de territorios oscilaría entre 600 y 900, y la población de reproductores estaría entre 1.200 y 1.800 individuos.
A pesar de su pequeña población y de la fragmentación en dos núcleos diferentes, y debido a la falta de información precisa, la especie se evaluó en la última edición de 2021 del Libro Rojo de las Aves de España cómo Casi Amenazada. Si bien, de confirmarse las estimaciones de sus poblaciones, habría que pasar a considerar a esta especie como “En Peligro” aplicando los criterios establecidos por la UICN. El cambio climático y la alteración de su hábitat constituyen una clara amenaza para esta especie.

Afectada por el cambio climático
Los efectos del aumento de la temperatura en el planeta son claramente visibles en los hábitats de alta montaña, y las especies de aves vinculadas a estos medios son muy sensibles a las variaciones en las estrictas condiciones en las que viven, por lo que se constituyen como uno de los mejores indicadores del impacto del cambio climático.
El treparriscos, como otras aves de alta montaña, tiene un alto grado de especialización y su ciclo vital está adaptado a unas condiciones muy concretas de temperatura, innivación o precipitación, cuya variación origina cambios tanto en la calidad como en la cantidad de hábitat adecuado disponible. Debido al grado de aislamiento y fragmentación de sus poblaciones, es más que probable que tanto el área de distribución como el tamaño poblacional de esta especie se reduzca en el contexto de las previsiones de cambio climático, dado que, al subir las temperaturas, los hábitats adecuados para el treparriscos van a ser cada vez más escasos.
Otros factores de presión están impactando negativamente en las poblaciones del treparriscos, sobre todo los ligados a las actividades de ocio que se desarrollan en sus territorios, como barranquismo, escalada o la instalación de vías ferratas. A esto hay que añadir el proceso de artificialización de nuestras montañas con el desarrollo de proyectos vinculados a la ampliación de estaciones de esquí y sus infraestructuras asociadas.

Necesita más protección
A lo largo del 2025, SEO/BirdLife llevará a cabo diferentes trabajos de ciencia, conservación, educación y divulgación para dar a conocer al treparriscos y su estado de conservación. Con ello pretende contribuir a solucionar los problemas a los que se enfrenta tanto esta especie como el conjunto de aves de alta montaña al que representa.
Entre las acciones que se desarrollarán, la asociación conservacionista ha anunciado que trabajará con federaciones de montañismo y asociaciones de guías y escuelas de montaña y escalada para sensibilizar sobre las molestias al treparriscos y a otras especies con las que comparten el hábitat y fomentar el establecimiento de regulaciones para estas prácticas deportivas, con el objeto de compatibilizar su disfrute con la conservación de las aves de montaña.
También está previsto dar a conocer los resultados del primer censo nacional de aves de alta montaña, cuyo trabajo de campo finalizó en el año 2024, ofreciendo información sobre los tamaños poblacionales de las especies que desarrollan su ciclo vital por encima de los 1.500 metros de altitud. Con estos resultados se espera mejorar el conocimiento sobre el tamaño poblacional y distribución de uno de los grupos de aves más desconocidos, proporcionando información básica para conocer su estado de conservación, y facilitando el establecimiento de medidas de gestión adecuadas para la conservación de estas especies.
Asimismo, desde SEO/BirdLife llevará a cabo una campaña de ciencia ciudadana para mejorar el conocimiento del comportamiento y distribución de esta y otras especies de aves de alta montaña.
Por último, como viene siendo habitual en la campaña del Ave del Año, se desarrollará un programa de comunicación y sensibilización específico que permita poner en valor al treparriscos, y otras especies vinculadas a áreas de montaña, con el objeto de mejorar el grado de conocimiento de la ciudadanía, así como para sensibilizar sobre las presiones y amenazas que sufren estas especies.
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